Raymond Depardon lleva su cámara hasta un hospital psiquiátrico en San Clemente, cerca de Venecia, construido en la época donde la única opción que daba la sociedad a los enfermos mentales era el encierro. Rodado poco antes del cierre definitivo del centro y coincidiendo con el carnaval, el film muestra los lazos que se crean entre médicos, pacientes y familiares.