Terminada la Guerra Civil (1936-1939), Manuel Cortés, antiguo alcalde de la localidad malagueña de Mijas, no tuvo ocasión de escapar de España. Tras recorrer un largo y peligroso camino, consiguió llegar a su casa sin ser descubierto. Juliana, su mujer, le advirtió de los numerosos fusilamientos que se estaban llevando a cabo en el pueblo. Entonces decidieron abrir un hueco en una pared para que Manuel pudiera esconderse. Aquel pequeño espacio tras la pared fue su cárcel durante 30 años. Esta es la historia de uno de los “topos de la posguerra”, que tuvieron que sacrificar una vida entera para huir de la represión.